
Caso Juan Luis Cipriani: estos son los casos que enredan al polémico cardenal
La historia de las víctimas del Sodalicio de Vida Cristiana en Perú es una de las más desgarradoras en el ámbito de la religión en América Latina.

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El cardenal Juan Luis Cipriani, quien fue sancionado por el papa Francisco por un presunto caso de abuso sexual y que no puede entrar en el cónclave para elegir al nuevo pontífice por su edad, 81 años, está participando en las congregaciones generales, a pesar de las restricciones que se le impusieron.
Cipriani, arzobispo emérito de Lima y el primer purpurado de la historia del Opus Dei, fue sancionado por el Vaticano con restricciones disciplinarias que incluyen el exilio de su país natal, la prohibición de llevar símbolos cardenalicios y hacer declaraciones públicas, como explicó en su momento la oficina de prensa el Vaticano.
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Sin embargo, Cipriani fue visto este domingo, con sus paramentos de cardenal, en la basílica de Santa María la Mayor, donde más de un centenar de purpurados fueron a rezar la víspera a la tumba de Francisco, después del sepelio del papa.
En diálogo con Mañanas Blu, José Enrique Escardó, presidente de la Red de Sobrevivientes Perú, habló sobre su lucha por que se sepan los casos de abuso en ese país por parte del Sodalicio.
La historia de las víctimas del Sodalicio de Vida Cristiana en Perú es una de las más desgarradoras en el ámbito de la religión en América Latina.
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Los testimonios que han surgido revelan un patrón sistemático de abusos que se ha perpetuado durante décadas en nombre de la fe y la autoridad. Uno de los aspectos más impactantes de estas denuncias es el uso de tácticas de adoctrinamiento desde una edad temprana.
Muchos de los afectados, como José Enrique Escardó, comparten que fueron introducidos a esta organización religiosa desde la infancia, preparándolos para formar parte de una comunidad que más tarde se revelaría opresiva y abusiva.
"Lavándome el cerebro para convertirme en parte de su secta", comentó.
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Este adoctrinamiento fue solo el comienzo de una serie de abusos que han dejado cicatrices emocionales y físicas profundas en sus víctimas, quienes describen haber enfrentado violencia física, psicológica y sexual.
La complicidad de figuras prominentes, como el cardenal Cipriani, quien fue informado de las denuncias y no tomó medidas efectivas, ha representado un obstáculo significativo para los sobrevivientes en su búsqueda de justicia.
Con la intervención directa del Papa Francisco, quien ha comenzado acciones para disolver el Sodalicio, las víctimas tienen la esperanza de que, finalmente, sus voces sean escuchadas y que se haga justicia. Sin embargo, la sombra del pasado sigue siendo una carga difícil de soportar para aquellos que, a pesar de todo, continúan luchando por la verdad y reparación.
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El cardenal peruano Juan Luis Cipriani se para frente al féretro del papa Francisco, mirada seria, manos entrelazadas. Viste sotana negra, faja y solideo rojo y cruz pectoral, el traje de su investidura que el propio pontífice le prohibió llevar tras denuncias de abuso sexual.
Cipriani llegó a ser el religioso más influyente de Perú, arzobispo de Lima y primer purpurado del Opus Dei. Lo ubican en el lado más conservador del clero.
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Fue acusado de abusar de un adolescente hace cuatro décadas, lo que él niega.
Francisco lo forzó en 2019 a exiliarse de Perú, a no hacer declaraciones y a no llevar los hábitos o los símbolos cardenalicios, indicó el Vaticano en enero.
También le prohibió --según el diario El País-- participar en el próximo cónclave, algo que igual no es posible porque tiene 81 años.
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El cardenal tiene sin embargo a las reuniones convocadas tras la muerte del primer pontífice latinoamericano, en las que los cardenales discuten prioridades en el futuro de la Iglesia y trazan el retrato del nuevo papa de cara a la elección que arranca el 7 de mayo.
"Cipriani y los cardenales que se lo permiten revictimizan a la víctima denunciante, lo cual es imperdonable", dijo en un comunicado la Red de Sobrevivientes de Perú.
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"Es un preocupante mensaje que afecta la confianza en los criterios de elección del próximo pontífice", agregó.
Fotos publicadas en la prensa lo muestran en la capilla ardiente en la basílica de San Pedro y la tumba papal en Santa María la Mayor, ataviado siempre con el traje de cardenal.
"Es un acto enormemente provocador", explicó a la AFP Gareth Gore, autor de varios libros sobre el Opus Dei. "Es una afrenta a la autoridad del difunto papa y una demostración de fuerza del ala ultraconservadora de la Iglesia antes del próximo cónclave".
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En una carta abierta en la que defiende su inocencia, Cipriani asegura que Francisco le permitió en 2020 "reanudar sus tareas pastorales".
El Vaticano ha evitado ahora las preguntas sobre este cardenal nombrado por Juan Pablo II.
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Francisco asumió su pontificado en 2013 cuando la Iglesia trastabillaba para responder a una avalancha de revelaciones de crímenes sexuales contra niños por parte de sacerdotes, que fueron encubiertos por décadas por el propio clero.
El papa argentino sancionó a prelados e hizo obligatorio denunciar posibles delitos o intentos de ocultación, pero numerosas víctimas y expertos coinciden en que estas medidas quedaron cortas.
"La tolerancia cero es un eslogan vacío mientras no esté consagrada en el derecho canónico", dijo al sitio Crux Matthias Katsch, sobreviviente y activista alemán de la asociación Eckiger Tisch.
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En la reunión del lunes, los cardenales ubicaron el tema de los abusos entre los principales desafíos del próximo papa.
No está claro si Cipriani asistió, pero su posible presencia ya es una "burla" a la declaración, aseguró Anne Barrett Doyle, codirectora de la ONG estadounidense Bishop ability, que documenta la violencia clerical.
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"Pone de manifiesto la desconexión entre las palabras y las acciones de la Iglesia en materia de abusos", advirtió.
Cipriani fue arzobispo de Lima entre 1999 y 2019, cuando el papa aceptó su renuncia por edad pero lo sancionó.
El diario El País publicó que su supuesta víctima tiene ahora 58 años y escribió al papa para denunciar al purpurado en 2018. Aseguró que Cipriani lo tocó, acarició y besó cuando tenía entre 16 y 17 años.
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"No he cometido ningún delito ni he abusado sexualmente de nadie ni en 1983, ni antes, ni después", escribió el cardenal en esa carta abierta. Y denunció que "sin haber sido escuchado" y "sin que se abriera un proceso" fue sancionado.
Perú tiene otros dos cardenales nombrados por Francisco: Pedro Barreto, de 81 años, y Carlos Castillo, un sacerdote de a pie de 75 años, progresista y el único que puede votar en el cónclave.
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El escándalo Cipriani sigue al del italiano Angelo Becciu, que desistió de participar en el cónclave, pese a su insistencia, ya que Francisco lo despojó de sus privilegios por un caso de malversación en el Vaticano.
Escuche aquí la entrevista: