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Mantener la lechuga fresca en la nevera puede parecer una misión imposible. Esta verdura, tan común en las ensaladas de los hogares, suele marchitarse en pocos días, perdiendo su textura crujiente, su color vibrante y, por supuesto, sus propiedades.
Sin embargo, existe un truco sencillo y efectivo que puede marcar la diferencia, y lo mejor es que solo necesita un objeto que seguramente ya tiene en su cocina.
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La lechuga está compuesta en más de un 95% por agua. Esto la hace especialmente sensible a los cambios de temperatura, la humedad y el mal almacenamiento.
Muchas personas optan por dejarla a la intemperie en la heladera o envolverla en papel film, pero ambos métodos pueden acelerar su deterioro. La falta de ventilación o el exceso de humedad provocan que las hojas se ablanden o incluso se pudran.
Por eso, conocer la forma correcta de guardarla no solo ayuda a mantenerla fresca por más tiempo, sino que también evita desperdicios y permite disfrutarla en su mejor estado.
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Siga estos consejos para conservar la lechuga fresca durante varios días sin que pierda su sabor ni sus propiedades:
El papel de cocina cumple una función crucial: absorber la humedad. Este detalle evita que las hojas se marchiten y ayuda a que se mantengan frescas y crujientes por más tiempo. Además, usar un recipiente bien cerrado evita la entrada de aire, lo que también reduce la descomposición.
Además de ser una excelente opción para ensaladas, la lechuga tiene múltiples beneficios para la salud. Es baja en carbohidratos y rica en fibra, contiene vitamina C, magnesio y sales minerales, y ayuda a depurar el organismo y eliminar toxinas.
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