El pastor Andrés Corson concluyó su serie sobre el cristiano y los demonios, enfatizando que incluso los creyentes pueden ser influenciados, obsesionados e incluso, en casos extremos, controlados por fuerzas demoníacas.
Corson explicó que el campo de batalla del enemigo es la mente, donde los demonios siembran pensamientos que parecen propios, y si se les da lugar, pueden convertirse en fortalezas mentales, obsesiones y, finalmente, en un control espiritual. “Si cedemos a esos pensamientos, esas ideas o esas tentaciones… Él va a tratar de entrar más y más”, advirtió el pastor.
Corson ilustró estos tres niveles —influencia, obsesión y control— con ejemplos bíblicos como el caso de Judas, quien pasó de ser tentado por su amor al dinero a ser controlado por Satanás al entregar a Jesús. “Eso muestra que un cristiano puede tener demonios porque Judas era un seguidor de Jesús”, afirmó, señalando que la apostasía puede comenzar con actitudes aparentemente inofensivas como la crítica, la envidia o el orgullo.
A través de textos como Lucas 9:38 y Mateo 17:15, también mostró cómo diversas manifestaciones físicas y emocionales —como mudez, epilepsia, autodestrucción y enfermedades crónicas— pueden tener un origen espiritual.
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