La reflexión dominical del pastor Andrés Corson nos invita a reflexionar sobre una de las necesidades más profundas y esenciales del ser humano: el amor y la pertenencia. Según Corson, el ser humano tiene una necesidad intrínseca de ser amado y de amar, lo cual es fundamental para nuestra felicidad. Un estudio reveló que las personas que dan dinero experimentan más satisfacción que aquellas que lo reciben, lo que confirma las palabras de Jesús en Hechos 20:35: “Más bienaventurado es dar que recibir”.
En su reflexión, recuerda que Jesús, aunque criado por una madre amorosa como María, también enfrentó el rechazo de sus propios hermanos, lo cual dejó huellas profundas en su vida. Jesús experimentó el dolor de la exclusión y el rechazo, como lo indica Juan 1:11: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”.
Sin embargo, a pesar de estas heridas, la relación con sus hermanos se restauró después de la venida del Espíritu Santo, como se muestra en Hechos 1:14. Esto nos enseña que, aunque nuestras experiencias dolorosas de rechazo o abandono nos marquen, el amor de Cristo tiene el poder de sanar esas heridas y restaurar nuestras relaciones.
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