El pastor Andrés Corson, en su reflexión dominical, nos recuerda que el cristianismo auténtico no se trata de acumular bienes terrenales, sino de invertir en el reino eterno. Basado en Juan 18:36, donde Jesús declara: “Mi reino no es de este mundo”, Corson enfatiza que la verdadera prioridad del creyente debe ser el cielo, no las posesiones materiales.
Corson expone que el enfoque del creyente debe ser eterno, no pasajero. Cita 1 Timoteo 6:7: “no trajimos nada cuando vinimos a este mundo, ni tampoco podemos llevarnos nada cuando lo dejemos”, para recordar que la verdadera ganancia es espiritual.
También retoma palabras del profeta Hageo: “Mi casa está en ruinas mientras ustedes se ocupan de construir sus elegantes casas” (Hageo 1:9), como una denuncia a quienes priorizan lo personal sobre lo de Dios. Para él, buscar el Reino implica servir, dar, asistir a la iglesia fielmente y poner a Dios aún por encima de la familia, como enseña Jesús en Lucas 14:26.
Finalmente, Corson presenta un desafío: identificar cuál es nuestro “Isaac”, aquello que amamos tanto que podría estar estorbando el propósito de Dios en nuestras vidas. Recordando Génesis 22, recalca que la obediencia de Abraham fue lo que desató la promesa.
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