Como se ha informado por todos los medios el 7 de mayo, la Capilla Sixtina volverá a cerrar sus puertas al mundo exterior. Dentro, 134 cardenales de 71 países se reunirán en silencio, oración y discernimiento para elegir al sucesor del papa Francisco. Pero este no será un cónclave cualquiera: será el más diverso y generacionalmente contrastante de la historia reciente.
Por un lado, estará Mykola Bychok, un ucraniano de 45 años, obispo en Melbourne, que se convertirá en el cardenal más joven del cónclave. Fue nombrado cardenal por Francisco el diciembre pasado, apenas cuatro meses antes de su muerte. Bychok representa a una Iglesia que mira hacia el futuro con esperanza, marcada por la guerra en su tierra natal y por su compromiso con los más vulnerables.
En el otro extremo, el español Carlos Osoro Sierra, de 79 años, será el cardenal elector de mayor edad. A punto de cumplir 80, Osoro ha sido una figura clave en la Iglesia española, conocido por su cercanía y por su defensa de una Iglesia abierta y dialogante.
Entre estos dos extremos, se encuentra un colegio cardenalicio con una edad media de 70 años, compuesto 108 nombrados por Francisco, 21 por Benedicto XVI y 5 por Juan Pablo II. Este cónclave refleja una Iglesia en transición, que busca equilibrar tradición y renovación, continuidad y cambio.
Italia será el país con más representantes, con 17 cardenales, seguido por Estados Unidos con 10 y Brasil con 7. Sin embargo, la presencia de cardenales de países como Haití, Irak, Irán, Cabo Verde, Singapur, Sri Lanka o Tonga muestra una Iglesia verdaderamente universal.
Este cónclave será también una oportunidad para que la Iglesia reafirme su compromiso con la sinodalidad, el diálogo y la escucha. Los cardenales estarán incomunicados, sin a medios ni dispositivos electrónicos, en un proceso que busca garantizar la libertad y la serenidad necesarias para una decisión de tal magnitud.
En medio de un mundo polarizado y herido, este cónclave es un signo de comunión. Están unidos en medio de todo tipo de diversidades, a la espera que el presbítero Diego Giovanni Ravelli, pronuncie las palabras en latín “Extra Omnes”.