A partir de hoy comienza a moverse oficialmente el ajedrez político por parte del Gobierno del presidente Gustavo Petro y del Congreso, para definir el futuro del pulso que quedó planteado entre el Legislativo y el Ejecutivo tras el hundimiento de la reforma laboral.
Este martes, el Senado de la República tendrá su primera plenaria luego de la radicación por parte del presidente Gustavo Petro de la solicitud para que sea aprobada la convocatoria a una consulta popular con el fin de sacar adelante la reforma que fue hundida por la Comisión Séptima de esa corporación.
En la plenaria de hoy, se espera un intenso y agrio debate, el primero de muchos que seguramente van a tener lugar en los próximos días, no solo alrededor de la convocatoria a la consulta, sino también sobre la importancia del respeto por la separación de poderes y sobre el tono amenazante del presidente Petro y de su gobierno, desde la rama Ejecutiva, en contra de la rama Legislativa.
A propósito de esto último, el presidente del Senado Efraín Cepeda envió una carta a sus colegas senadores, en la que les pidió no dejarse intimidar por el Gobierno, advirtiendo que la actual situación no tiene antecedentes en la historia del país, pero recordándoles que el poder legislativo no debe actuar como apéndice del Ejecutivo, sino que debe obedecer al mandato de más de 18 millones de personas que votaron para conformar el poder legislativo.
Este también es el momento de la verdad para los partidos y movimientos políticos, cuyas bancadas en el Senado tendrán que definir si adoptan o no una posición unificada sobre la consulta popular y sobre todo, tendrán que decidir si la apoyan o no, sin ambages y sin medias tintas.
Hoy debe definirse con claridad el cronograma para discutir en el Senado no solamente la consulta popular, sino que también debe haber definiciones sobre la apelación del hundimiento de la reforma laboral en la Comisión Séptima y debe iniciar el trámite del proyecto del partido liberal.
El enrarecido ambiente político que hoy vive el país no es conveniente para la democracia. La intimidación y la pugnacidad que van más allá del debate de las ideas para dar paso a la descalificación y estigmatización no son ejemplares y abren la peligrosa puerta de la violencia verbal y física.