
El papa Francisco y su pasión por la literatura: "Leía para discernir y transformarse"
El papa Francisco decía que la literatura era un camino de formación, una vía para cultivar sensibilidad, una brújula ética y espiritual.

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En tiempos donde la velocidad nos empuja a la superficialidad, el papa Francisco nos recordó — con su vida, su palabra y sus silencios — que leer no es un lujo ni un pasatiempo elitista, sino un acto de humanidad profunda. Antes de ser pontífice, fue profesor de literatura en la escuela jesuita Inmaculada Concepción de Santa Fe (1964-1965). La palabra escrita no solo lo formó, le ayudó a comprender la hondura del alma humana, la belleza del lenguaje y el drama de nuestra condición.
Francisco no leía para distraerse: leía para discernir, para comprender, para transformarse. Decía que la literatura era un camino de formación, una vía para cultivar sensibilidad, una brújula ética y espiritual. Para él, abrir un libro era entrar en diálogo con otros mundos y con uno mismo, era permitir que una historia ajena iluminara nuestras propias heridas, búsquedas y esperanzas.
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Recomendó leer a Dante, Dostoyevski o Marechal no por nostalgia académica, sino porque creía que esos autores confrontan nuestras pasiones, miedos, sombras y luces. Le gustaban los artistas trágicos, los que no maquillan la realidad, sino que la retratan con crudeza y belleza. Porque según él, “Solo quien se toma en serio el dolor humano puede hablar de esperanza con verdad.”
Francisco no solo fue lector, también fue autor. Entre sus textos magisteriales destaco Evangelii Gaudium, Laudato Si, Fratelli Tutti y los libros Soñemos Juntos y El nombre de Dios es Misericordia. Textos que aunque nacieron desde la fe, hablaban en clave universal. No escribía para imponer, sino para invitar al encuentro, a la conciencia, a la ternura activa.
Hoy, en este Día del Libro y del Idioma, su legado resuena más que nunca. Nos deja el ejemplo de un hombre que creyó que las palabras podían sanar, que los libros podían tocar el alma, que la lectura podía despertar la esperanza. Leer, como amar, como creer, es elegir mirar más allá, y ese gesto humilde y poderoso — como Francisco lo vivió— todavía puede cambiar el mundo, una página a la vez.