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En el corazón del Magdalena, a tan solo 50 minutos de Santa Marta, se encuentra un destino que parece salido de un cuento: un encantador pueblo palafítico donde la vida se desarrolla sobre el agua.
Conocido como Nueva Venecia, este lugar cautiva con sus coloridas viviendas construidas sobre pilotes, estrechas veredas de madera y la tranquilidad de sus canales, que reflejan los atardeceres caribeños en un espectáculo natural único.
Al adentrarse en este pueblo, los visitantes se sumergen en una experiencia de introspección y descubrimiento. Caminar por sus pasarelas es como retroceder en el tiempo, donde cada rincón narra historias de resiliencia y tradición. Aquí, la convivencia con el agua y el ambiente apacible llenan de magia el momento.
Este lugar se ha convertido en uno de los atractivos turísticos en auge del departamento del Magdalena. A través de iniciativas de promoción y capacitaciones, como el proyecto TuMap de la Cámara de Comercio de Santa Marta, los habitantes de este rincón del Caribe han podido potenciar su vocación turística.
Junior Perdomo, director ejecutivo de ASOTELCA Magdalena, resalta la importancia de impulsar este tipo de turismo en la región: "Desde ASOTELCA celebramos que los turistas que visitan nuestro destino volteen la mirada hacia los mágicos pueblos palafitos, adentrándose en nuestra majestuosa Ciénaga Grande. Al llegar, nuestros viajeros nacionales y extranjeros podrán navegar por sus canales tranquilos, disfrutar de su gastronomía, su folclore y de la resiliencia de un pueblo tocado por la violencia que hoy abraza el turismo como generador de progreso y paz para su territorio. Nuestra oferta está lista para recibirlos en Santa Marta y en Ciénaga, Magdalena, para, desde el parador turístico, iniciar su viaje a los mágicos pueblos palafitos de Buena Vista y Nueva Venecia", indicó.
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Desde Santa Marta, puedes tomar un bus público desde el centro (alrededor de 10.000 COP por persona) o contratar un taxi o camioneta (aproximadamente 120.000 COP por trayecto para hasta cuatro personas). La carretera es moderna y el es sencillo, permitiéndote llegar sin contratiempos.
Es ideal llegar temprano en la mañana, cuando la luz resalta los vibrantes colores del agua y la arquitectura, y el ambiente es más fresco y sereno. El amanecer es una de las mejores experiencias.
No olvides tu cámara, protector solar, calzado cómodo y una botella de agua. También es útil llevar efectivo, ya que en zonas rurales las opciones de pago digital pueden ser limitadas.
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Disfruta de la cocina local en los pequeños restaurantes del pueblo, donde podrás degustar platos típicos del Caribe colombiano, preparados con ingredientes frescos y recetas tradicionales.
Considera contratar un guía local que te cuente la historia del pueblo, sus tradiciones y la forma en que la comunidad ha transformado la adversidad en resiliencia.
Cada paso en este pueblo es una invitación a conectarse con la esencia del Caribe colombiano. Si buscas una experiencia diferente, donde la belleza natural y la historia se entrelazan, no dejes pasar la oportunidad de descubrir este rincón mágico, donde vivir sobre el agua es sinónimo de paz y tradición.
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