Gladys y Nelson González, una pareja colombiana que hace 35 años buscaba el sueño americano en Estados Unidos, fue deportada recientemente tras una vida entera construida en suelo estadounidense. Originarios de Colombia, cruzaron la frontera de manera informal décadas atrás, estableciéndose enCalifornia donde formaron familia y contribuyeron activamente a la comunidad.
"Nosotros cruzamos por Tijuana en aquel entonces. Era una época diferente, sin los desafíos del muro que separa hoy nuestras tierras", recordó Nelson González, mientras relataba su llegada a San Diego, California, en diciembre de 1989.
Durante su estadía, los González trabajaron arduamente en diversas ocupaciones, desde trabajos de limpieza hasta labores más técnicas en el sector médico. Sin embargo, nunca lograron regularizar su estatus migratorio, a pesar de intentos fallidos por obtener asilo político debido a la situación de violencia en Colombia en aquel entonces.
"Trabajamos incansablemente, levantando una familia que hoy es nuestro mayor orgullo", comentó Gladys González, refiriéndose a sus tres hijas nacidas en Estados Unidos: Jessica (33), Stephanie (28) y Gaby (23).
El drama de los González alcanzó su punto crítico cuando una discrepancia en la documentación presentada ante un juez de inmigración complicó aún más su situación legal, culminando en su arresto y posterior deportación el pasado 21 de febrero.
"Fuimos detenidos repentinamente durante una cita de rutina. Nos separaron y nos transportaron a diferentes centros de detención antes de ser embarcados de regreso a Colombia", relató Nelson, visiblemente afectado por la separación de su familia.
La deportación, gestionada bajo la istración Trump, no solo separó a los González de su hogar y sus seres queridos, sino que también dejó a sus hijas, ahora adultas y ciudadanas estadounidenses, en Estados Unidos.
"Mis padres siempre nos prepararon para este escenario, pero no hace el dolor menos intenso", compartió Jessica González, una de las hijas afectadas por la deportación de sus padres.
Actualmente, Gladys y Nelson González enfrentan un futuro incierto en Colombia, país que dejaron hace décadas en busca de mejores oportunidades. A pesar de las restricciones impuestas por la política migratoria, mantienen la esperanza de algún día reunirse con sus hijas en Estados Unidos.
"Estamos viviendo un día a la vez. Sabemos que hay un largo camino por delante, pero confiamos en que, con el tiempo, podamos regresar y reunirnos nuevamente con nuestra familia", expresó Gladys González, mirando hacia el futuro con determinación.
La historia de los González refleja los desafíos y las dificultades enfrentadas por muchos inmigrantes en búsqueda de una vida mejor en Estados Unidos, un país que continúa debatiendo sobre las políticas de inmigración y sus impactos en las familias.