Muere a los 116 años la persona más anciana del mundo, una monja brasileña
La monja brasileña Inah Canabarro Lucas, falleció este miércoles a los 116 años, anunció la Congregación de las Hermanas Teresianas con quienes residía en la ciudad de Porto Alegre.
Muere a los 116 años la persona más anciana del mundo, una monja brasileña.
La monja Inah Canabarro Lucas, reconocida como la persona más anciana del mundo, falleció este miércoles a los 116 años, según anunció la Congregación de las Hermanas Teresianas, comunidad religiosa con la que residía en la ciudad de Porto Alegre, en el estado brasileño de Río Grande del Sur.
Nacida el 8 de junio de 1908 en São Francisco de Assis, la religiosa fue oficialmente reconocida como la decana de la humanidad tras el fallecimiento en enero de la japonesa Tomiko Itooka, también de 116 años. Su longevidad fue validada por el Grupo de Investigación Gerontológica (GRG) de Estados Unidos y la organización internacional LongeviQuest.
Muere a los 116 años la persona más anciana del mundo, una monja brasileña.
Foto: captura de pantalla video LongeviQuest.
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Una vida de fe, servicio y longevidad
La vida de la hermana Inah estuvo marcada por la fe, la dedicación y una sorprendente resistencia física. A pesar de haber presentado una salud frágil desde su infancia, lo que llevó a muchos a dudar de su supervivencia, logró superar las adversidades y consagrar su vida al servicio religioso durante más de un siglo.
Según su familia, nació el 27 de mayo de 1908, aunque su registro de nacimiento fue formalizado el 8 de junio, fecha que quedó asentada oficialmente. Su longevidad se convirtió en un símbolo de esperanza y fortaleza espiritual para muchas generaciones.
“La longevidad de la hermana Inah es una inspiración. Su historia conecta generaciones y muestra la fortaleza del espíritu humano”, afirmó Fabrizio Villatoro, presidente de América Research en LongeviQuest.
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Un legado que trasciende generaciones
Con su fallecimiento, la hermana Inah deja un legado imborrable. Además de ser reconocida como la persona más longeva del mundo al momento de su muerte, se convirtió también en la segunda monja más longeva de la historia, solo superada por Lucile Randon, una religiosa sa que vivió hasta los 118 años.
Su historia ocupa un lugar especial en la lista de los 20 individuos más longevos de los que se tiene registro, reafirmando su papel como un ejemplo de vida consagrada y longevidad excepcional.