En una entrevista reciente, las hermanas calificaron su experiencia como profundamente “traumática” y aseguraron que la imagen pública de glamour y lujo estaba muy alejada de la realidad.
Ambas iniciaron su carrera en el modelaje a los 16 años, y poco tiempo después llamaron la atención del fundador de Playboy, quien no tardó en convertirlas en parte de su círculo íntimo. Con tan solo 19 años, se transformaron en sus novias más jóvenes, lo que desató tensiones entre ellas y otras residentes de la mansión.
“Pensábamos que cambiaría nuestras vidas para siempre, y lo hizo, pero no como esperábamos”, recordó Kristina. Según relataron, lo que ocurría fuera de cámaras era completamente distinto a la imagen editada del programa. Las diferencias físicas y sociales con las otras modelos —como no tener cirugías ni experiencia con estilistas o maquillaje profesional— provocaron que fueran objeto de envidias y críticas desde el primer momento.
Karissa narró que Hefner mostraba favoritismo, exigiendo estar siempre en medio de las gemelas en las fotos o sentarse junto a ellas en los eventos. Esta constante atención aumentó la hostilidad hacia ellas en el ambiente ya cargado de la mansión. La presión emocional y el entorno tóxico las llevó a entrar y salir del lugar en varias ocasiones durante un periodo de tres años.
En 2022, revelaron que consumían alcohol todas las noches para poder soportar las situaciones sexuales a las que se veían obligadas. Hefner, de 84 años en ese entonces, mantenía control sobre sus parejas, y ellas sentían que estaban atrapadas. Karissa incluso abortó en secreto tras descubrir que estaba embarazada, temiendo que la situación se volviera aún más asfixiante.
Las enfermedades de transmisión sexual también formaban parte del entorno. “Nos contagiamos de clamidia. Cuando lo informamos, nos dijeron que era ‘normal’ en alguien sexualmente activo. Nos dimos cuenta de que aquello no tenía sentido”, compartieron.
Finalmente, en agosto de 2010 decidieron dejar la mansión. Sin embargo, su salida no fue el final del sufrimiento. Ambas cayeron en el abuso de drogas y alcohol, lo que afectó su salud física y mental. “Nos diagnosticaron trastorno bipolar, ansiedad generalizada, TDAH y depresión maníaca”, afirmaron.
Para reconstruir sus vidas, tomaron la decisión de alejarse por completo del foco mediático y se mudaron a un entorno tranquilo, donde comenzaron un proceso de sanación. Desde entonces, han trabajado en redescubrir su identidad fuera del mundo de Playboy, priorizando su bienestar emocional y físico.
Hoy, las hermanas buscan visibilizar lo que vivieron para advertir sobre los peligros de la fama mal gestionada y de los entornos donde la apariencia oculta realidades perturbadoras.