A los 15 años, María José Jiménez empezó a limitar su alimentación. No importaba cuántos kilos bajase, ante el espejo siempre se veía gorda. Su obsesión se convirtió en anorexia y luego en bulimia. Sin saberlo, su cuerpo estuvo a punto de colapsar, y por varios meses estuvo hospitalizada en una unidad de cuidados intensivos.
La anorexia nerviosa, a menudo llamada simplemente anorexia, es un trastorno de la alimentación caracterizado por un peso corporal anormalmente bajo, un miedo intenso a aumentar de peso y una percepción distorsionada del peso. Las personas con anorexia valoran mucho el control de su peso y forma, realizando esfuerzos extremos que tienden a interferir significativamente en sus vidas.
Para prevenir el aumento de peso o seguir perdiendo peso, las personas con anorexia suelen restringir severamente la cantidad de alimentos que ingieren. Pueden controlar la ingesta de calorías vomitando después de comer o haciendo un mal uso de laxantes, ayudas dietéticas, diuréticos o enemas. También pueden intentar perder peso haciendo ejercicio excesivo. No importa cuánto peso se pierda, la persona sigue temiendo ganar peso.
La anorexia no se trata realmente de alimentación. Es una forma extremadamente poco saludable y, a veces, potencialmente mortal de tratar de afrontar los problemas emocionales. Cuando se tiene anorexia, a menudo se equipara la delgadez con la autoestima.
La anorexia, al igual que otros trastornos alimentarios, puede apoderarse de la vida de quien la padece y puede ser muy difícil de superar. Pero con tratamiento, se puede combatir, volver a hábitos más saludables y revertir algunas de sus complicaciones graves.
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