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El 7 de agosto de 1819, el general del Ejército Libertador de la Nueva Granada, Simón Bolívar, llevó a las tropas en búsqueda de la liberación de una nación frente al potente y ostentoso armamento español en el cruce del río Teatinos, en la Batalla de Boyacá.
Simón Bolívar culminó una campaña de más de 78 días que empezó desde territorio venezolano en compañía de Francisco de Paula Santander.
El ejército real empezó su estrategia desde la capital de la Nueva Granda, Santa Fe, y su objetivo era derrotar a las fuerzas independistas del militar Simón Bolívar. Horas después se encontraron ambas fuerzas frente a frente en el puente de Boyacá.
Simón Bolívar llegó con 2.850 tropas compuestas por criollos, mestizos, zambos, negros e indígenas, en su mayoría personas pobres, escasas de alimento y mal vestidos. Ellos eran considerados por las autoridades españolas como insurgentes, es por eso que, el ejército libertador contó con el apoyo del pueblo y de la fuerza campesina.
España tenía todo para derrotar a Simón Bolívar, pues llegó con tropas nativas americanas, unos 2.670 soldados, de los cuales 2300 eran de infantería, 350 de caballería y 20 de artillería.
No fue hasta las 2:00 de la tarde, después de horas de incertidumbre y de estrategia de guerra en el campo, que el general Francisco de Paula Santander inició con la vanguardia el combate en el momento en que el ejército real estaba almorzando.
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Dos horas duró la batalla que le dio la libertad a la Nueva Granada en donde murieron más de 100 realistas. Los libertadores aprisionaron y ejecutaron a varios de los soldados que cayeron en la disputa, por orden del general Francisco de Paula Santander.
La victoria marcó el camino de la independencia de la Nueva Granada, y a pesar de que por otros años el virreinato se mantuvo en resistencia. Fue en 1819 que se creó la Ley Fundamental de la República de Colombia, que le dio origen a una nueva nación.
La espada de Bolívar, la reliquia de aquella batalla 202 años después es solicitada por el nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, como un grito a la libertad, mismo gesto que generó un antes y un después de Simón Bolívar.
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