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El pasado miércoles 19 de marzo, la tranquilidad de un vecindario en Long Island, Estados Unidos, se vio interrumpida por el crimen que cometió Christopher Miller, de 43 años, quien fue detenido tras asesinar a su padre, Jack Miller, un detective jubilado de 75 años, en su propia casa.
Según documentos judiciales, Christopher confesó a la policía que le disparó a su padre cuatro veces con una escopeta. El ataque ocurrió alrededor de las 7:25 a.m., poco después de que Christopher fuera dado de alta de un hospital local, donde había sido tratado por lesiones sufridas en un accidente de tráfico el lunes.
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Jack Miller, preocupado por la ausencia de su hijo, había reportado su desaparición un día antes del fatal incidente. Christopher, quien recientemente se había mudado con su padre tras un divorcio, habría estado pasando por un momento personal difícil, según indicaron las autoridades.
Tras el crimen, Christopher huyó de la escena y se escondió en el cobertizo de un vecino. El dueño de la propiedad, al descubrirlo, llamó inmediatamente al 911. La policía llegó rápidamente y encontró el cuerpo de Jack Miller en la cocina, rodeado de un charco de sangre. Christopher fue arrestado en el acto.
El teniente detective Kevin Breyer, del Departamento de Policía del Condado de Suffolk, explicó que Christopher había regresado a vivir con su padre después de su divorcio, lo que podría haber generado tensiones en el hogar. Durante su declaración, Christopher alegó demencia y, tras consultar con su abogado, se declaró inocente.
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Dan Russo, el abogado defensor, señaló que su cliente "está pasando por algo traumático", aunque no especificó si se trata de un problema psiquiátrico o de salud. "Es alguien que obviamente está lidiando con algo grave", afirmó Russo.
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