
Otro modelo de OnlyFans muere en extrañas circunstancias, ¿qué pasa con la plataforma?
Hasta el momento, no se han dado a conocer detalles sobre las causas del fallecimiento de Koby Falks de 42 años.

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En los últimos años, el fenómeno OnlyFans ha revolucionado la manera en que muchas personas, especialmente jóvenes, acceden a contenidos sexuales y eróticos. Al mismo tiempo, la plataforma ha abierto una puerta a la fama, la independencia económica y la exposición masiva para miles de creadores de contenido en todo el mundo. Sin embargo, detrás de este aparente éxito y libertad, se oculta una realidad mucho más oscura: un patrón inquietante de muertes prematuras, muchas de ellas asociadas con problemas de salud mental, presión social y depresión.
El caso más reciente es el de Koby Falks, un creador australiano de contenido explícito que murió a los 42 años pocos días después de publicar en su cuenta de Instagram, una conmovedora reflexión sobre su camino hacia la autoaceptación. “Me tomó años dejar de actuar. Resulta que lo más aterrador no fue que me rechazaran, sino que me vieran”, escribió en lo que muchos interpretaron como una despedida velada. Aunque no se han confirmado las causas de su muerte, el contexto y el tono del mensaje han generado preocupación entre sus seguidores y reavivado el debate sobre el bienestar emocional de quienes trabajan en esta industria.
Pero Falks no es el único. La británica Kristina Lisina, conocida por su apodo "Kris the Foxx", también falleció en circunstancias trágicas en 2021 tras caer desde el piso 22 de un edificio en San Petersburgo. Antes de su muerte, había compartido varios mensajes que evidenciaban una profunda tristeza y soledad. Otro caso sonado fue el de Tahlia Skaines, modelo australiana que, aunque no murió, terminó hospitalizada tras un colapso físico derivado de un reto viral en el que tuvo relaciones sexuales con cientos de hombres en un solo día. Su caso evidenció los peligros físicos y mentales de someterse a presiones extremas para ganar notoriedad o ingresos rápidos.
La industria del porno, tanto en su versión tradicional como en estas nuevas plataformas autogestionadas, no está exenta de los mismos problemas estructurales que afectan a otras formas de entretenimiento: explotación, anonimato, aislamiento, presión para mantener estándares físicos, dependencia emocional de las redes sociales y, sobre todo, estigmatización. Quienes se dedican al contenido sexual, aún en contextos aparentemente voluntarios y controlados, suelen enfrentar una doble vida y una constante sensación de no pertenecer a los espacios sociales “respetables”.
Diversos estudios han relacionado el trabajo en la industria del entretenimiento para adultos con mayores tasas de ansiedad, depresión y pensamientos suicidas. La doctora Ana Bridges, psicóloga de la Universidad de Arkansas, ha documentado cómo el estigma social, sumado al aislamiento y la falta de redes de apoyo emocional, puede deteriorar gravemente la salud mental de quienes se desempeñan en este sector.
A esto se suma el fenómeno de la "hiperconectividad emocional", en el que los seguidores no solo consumen contenido, sino que exigen cercanía, respuestas y presencia constante. Este tipo de relaciones parasociales genera una carga emocional invisible que puede terminar agotando a los creadores, quienes deben mantener una imagen de deseo, disponibilidad y felicidad incluso cuando no lo sienten.
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Además, el algoritmo de plataformas como OnlyFans, TikTok o Instagram, al premiar la exposición extrema y la interacción constante, refuerza dinámicas que pueden llevar a los creadores al límite de sus capacidades físicas y mentales. Muchos trabajan sin descanso, sin horarios ni límites claros, con la ansiedad de que una semana sin publicar puede significar la pérdida de ingresos o seguidores.
Frente a este panorama, psicólogos, activistas y exmodelos reclaman la necesidad urgente de crear redes de apoyo, espacios de salud mental accesibles y una discusión pública más abierta y libre de prejuicios sobre el impacto psicológico del trabajo sexual digital. Más allá del morbo y los titulares sensacionalistas, cada muerte y colapso en esta industria representa una señal de alerta que no se puede seguir ignorando.
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