
Esto significa el color del humo al momento de la elección de un nuevo papa
La elección de un nuevo Papa es un proceso riguroso, solemne y cargado de tradición que se realiza cuando el pontífice anterior muere o renuncia.

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La elección de un nuevo papa se conoce como Cónclave, y está regulado por normas del derecho canónico y la tradición eclesiástica. El Papa es elegido por el Colegio de Cardenales, un grupo de altos jerarcas de la Iglesia católica.
El proceso se realiza en la Capilla Sixtina, en el Vaticano. Durante el Cónclave, los cardenales se aíslan completamente del mundo exterior, sin teléfonos, internet ni o con otras personas, para evitar cualquier tipo de presión externa.
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Al momento de la elección, si no es exitosa, se quema la papeleta con un químico que produce humo negro, que significa que no se eligió a nadie.
Por el contrario, si se elige a un nuevo Papa, se quema con otro compuesto que produce humo blanco, indicando que ya hay un pontífice electo.
Inicio del Cónclave:
Se celebra una misa especial (Pro Eligendo Pontifice) y luego los cardenales entran en la Capilla Sixtina.
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Votaciones secretas:
Se llevan a cabo hasta cuatro votaciones por día (dos en la mañana y dos en la tarde).
Para que un cardenal sea elegido Papa, debe obtener al menos dos tercios de los votos.
Humo blanco o negro:
Si no hay elección, se quema la papeleta con un químico que produce humo negro.
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Si se elige a un nuevo Papa, se quema con otro compuesto que produce humo blanco, indicando que ya hay un pontífice electo.
Aceptación del elegido:
El cardenal electo es preguntado: “¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?”
Si responde afirmativamente, se le pregunta qué nombre tomará como Papa.
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Presentación al mundo:
El nuevo Papa es presentado desde el balcón de la Basílica de San Pedro con la famosa frase: “Habemus Papam” (“Tenemos Papa”).
El papa Francisco estuvo hospitalizado varios días. Sufrió dos graves crisis y su estado de salud era reservado.
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Existe información pública y reportes médicos sobre su estado de salud del pontífice durante los días que permaneció internado en el hospital Gimelli de Roma.
En total, pasó 38 días hospitalizado y enfrentó dos crisis que llegaron a poner su vida en peligro, momento en el que su pronostico era reservado dada la difícil situación.
Sufrió una grave neumonía y por ello recibió atención continúa. Luego de ser dado de alta, el pasado 23 de marzo, se le vio algunas veces, pero muy debilitado con dificultad en sus movimientos.
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