
Desgarrador relato de cubana deportada de EE.UU. sin su hija de 17 meses
Una madre cubana llora al ver la foto de su hija de 17 meses, separada de ella por la deportación de Estados Unidos a Cuba.

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Heidy Sánchez, una madre cubana, rompe en llanto al mirar en su celular la fotografía de su hija de 17 meses. En la imagen, la niña observa a través de la ventana de su casa en Tampa, Florida, con la esperanza de que su madre regrese pronto del trabajo.
La última vez que estuvieron juntas, cuenta Sánchez a EFE, fue hace un par de semanas en una oficina del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) en Estados Unidos. Allí, agentes del organismo las separaron. Dos días después, Sánchez fue deportada a Cuba.
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“Me esposaron, me llevaron a una celda. Le dije al agente: ‘¿Qué necesidad tienes de esposarme? Si ya me estás quitando mi vida, si ya me estás matando, me estás separando de lo que más amo en el mundo’”, relata desde una vivienda en La Habana.
Durante las siguientes 48 horas, fue trasladada entre varios centros de detención. Recorrió cientos de kilómetros en autobús, siempre esposada. Solo le permitieron cambiarse de ropa para ponerse un uniforme gris, antes de abordar el avión de deportación en Miami.
Apenas logró comunicarse brevemente con su esposo, gracias a la compasión de uno de los agentes del ICE. “¿Te dieron a la niña?”, fue lo primero que él le preguntó. Su esposo, ciudadano estadounidense, al igual que la niña —quien padece ataques epilépticos—, quedó a cargo de la menor.
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La abogada de Sánchez, Claudia Canizares, denunció varias irregularidades en el caso y criticó la gestión de la istración de Donald Trump, acusada por organizaciones civiles de implementar una política migratoria hostil, con múltiples violaciones al debido proceso.
Canizares, junto a la familia de Sánchez, explora actualmente todas las vías legales para lograr su regreso a EE. UU. Además, han comenzado a recolectar firmas y a buscar respaldo en redes sociales.
Sin opción de mantenerse juntas
La letrada también reprochó que el Gobierno no ofreciera a Sánchez la opción de ser deportada junto a su hija, como establecen los protocolos en estos casos. Denunció además que las autoridades aseguraron que ya había sido deportada cuando aún permanecía en territorio estadounidense.
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Sánchez afirma que el agente de ICE en Tampa simplemente le indicó que llamara a su esposo para que recogiera a la menor.
Por su parte, la portavoz del Departamento de Seguridad Nacional, Tricia McLaughlin, negó estas acusaciones en respuesta a una consulta de EFE. Aseguró que Sánchez solicitó su deportación “sin su hija” y que la menor fue dejada al cuidado de un familiar en EE. UU.
“Nos tomamos muy en serio la responsabilidad de proteger a los niños y seguiremos colaborando con las autoridades para garantizar su seguridad”, añadió.
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Sánchez ingresó a Estados Unidos en 2019 mediante el programa “Quédate en México”, impulsado por el gobierno de Trump, que obligaba a los migrantes a solicitar asilo desde el lado mexicano de la frontera.
Para financiar el viaje, vendió su casa en Cuba. Sin embargo, no pudo acudir a la cita programada para su solicitud debido a una urgencia en México. Luego cruzó a Laredo (Texas), donde explicó su situación. Tras ser detenida, se le permitió permanecer en el país con la condición de presentarse anualmente ante ICE.
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Con la llegada de una nueva istración, las citas se volvieron mensuales. Hasta que, en abril, le informaron que debía presentarse antes de lo previsto. Ese día le comunicaron que ya había una decisión tomada: sería deportada.
Para Canizares, lo más grave no es solo la falta de sensibilidad hacia su clienta, sino que fue separada de su hija y su esposo, pese a no tener antecedentes penales.
Más allá de la política
El caso de Heidy refleja el drama de muchos migrantes que, sin antecedentes delictivos ni vínculos con pandillas, terminan siendo deportados en medio de políticas migratorias implacables.
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“No es un tema político. Entiendo que ellos están cumpliendo con su trabajo, pero ¿y los sentimientos? Mi niña me necesita, y yo también la necesito a ella. Eso es lo que no quieren ver ni entender”, lamenta Sánchez.
Durante las 48 horas previas a su deportación, compartió celda con otras dos madres, una cubana y una hondureña, también en proceso de expulsión.
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Hoy, dos semanas después, Sánchez atraviesa un momento crítico. El estrés acumulado le provocó una crisis nerviosa. Pese a las dificultades de conectividad y los constantes apagones en Cuba, intenta comunicarse con su familia en Tampa cada vez que puede.
Cuando logra hablar con su hija, la pequeña repite una y otra vez frente a la pantalla: “Mamá, ven”.