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El precio del barril de petróleo Brent para entrega en octubre terminó este martes en el mercado de futuros de Londres en 92,26 dólares, un 3,08 % menos que al finalizar la sesión anterior.
El Brent cayó más de un 3 % al cierre por segunda sesión consecutiva, presionado por los débiles indicadores económicos divulgados por China y la renovada perspectiva de que el petróleo iraní regrese eventualmente al mercado.
El temor a una ralentización de la economía global ha contrarrestado en las últimas jornadas el efecto al alza de la restricción de oferta generada por la guerra de Ucrania.
Los precios del petróleo volvieron a bajar con fuerza el martes, lastrados por la desaceleración económica en China, pero sobre todo por la perspectiva más cercana de un acuerdo sobre el programa nuclear iraní, que pondría en el mercado casi de inmediato unos 100 millones de barriles.
El precio del barril de West Texas Intermediate (WTI) para entrega en septiembre también se cotizó a la baja y perdió 3,22% a 86,53 dólares, su nivel de cierre más bajo desde el 25 de enero, casi 7 meses, en Nueva York.
Según Robert Yawger, de Mizuho, esta nueva caída está "principalmente vinculada a Irán". Los responsables de la Unión Europea y Estados Unidos examinaban el martes la respuesta de la república islámica al texto propuesto por la UE para reactivar el acuerdo sobre el programa nuclear de Irán.
"Parece realmente que tratan de llegar a un acuerdo", remarcó Yawger. En caso de éxito, "es la posibilidad de ver un millón de barriles más por día en el mercado", destacó el analista. El volumen podría ser mayor a mediano plazo.
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Sin poder exportar libremente por cuatro años, el noveno productor mundial (según la Agencia estadounidense de Información sobre Energía) podría, además, liberar rápidamente unos 100 millones de barriles en stock.
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"Si el acuerdo sobre el programa nuclear iraní resucita, eso podría llevar los precios (del WTI) cerca de los 80 dólares", estima en una nota Edward Moya, de Oanda.
Se suman para alimentar la presión a la baja de los precios, malos indicadores macroeconómicos, en particular una caída de la confianza de los inversores en Alemania, tras cifras decepcionantes en China que mostraron una desaceleración de la segunda economía mundial.
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